En una de mis conferencias para emprendedores, un joven aproximadamente de 20 años se me acerca y me dice mirándome a los ojos muy seguro de sí mismo y de manera directa: “Soy emprendedor, pero… no se ¿Qué quiero hacer con mi vida? Esa pregunta me hizo recordar hace 25 años cuando le hice casi la misma pregunta a mi madre, y tristemente me contestó: Estudia una carrera en la que puedas estar siempre empleado. Me criticaban porque no encontraba un “trabajo estable” curiosamente encontraba trabajos que tenían que ver con ventas y para mi familia vender era sinónimo de inestabilidad.
Le agarré tanto amor a las ventas, y vendía casi cualquier cosa que si era navidad salía a vender con mi gorrito de santa Claus, en febrero recuerdo que regalaba una rosa o clavel en cada casa que me abrían la puerta, en mayo regalaba tarjetas para las mujeres que eran madres, en fin, me las ingeniaba para caerle bien a las personas, (En ese entonces yo no sabía cuál era la razón por la cual lo hacía)
Le cuento esta anécdota porque justamente me recordé de esos tiempos cuando yo no sabía qué hacer con mi vida, solamente sabía que yo era vendedor, pero no sabía que estudiar para aplicar mi experiencia en ventas. Entonces, no sabía qué hacer con mi vida.
Debo confesar que no era bueno en la escuela, perdí dos años en primaria, las clases llamadas en mi país física fundamental y algebra no entraban en mi mente, me las ingeniaba para memorizarme todo cuanto podía y jugármela para encontrar las respuestas de toda mi memorización a la hora del examen. Era una odisea. Era terrible. Era horrible. Ahora he llegado a memorizarme hasta 100 nombres de personas en cuestión de una hora y los repito durante toda mi estadía. La gente me pregunta: ¿Cómo le hago? Digo en mi mente: si supieran cuantas fórmulas tuve que memorizar para adquirir esa habilidad.
Lo único que sabía era que quería ser vendedor y un día tener una empresa. Ese era mi sueño. Lamentablemente mi familia no pensaba como yo.
Hay un dicho que reza: “Cuando el alumno está listo; el maestro aparece” y creo que se cumplió en mi ese dicho. Recuerdo que tenía un amigo llamado Silvino de aproximadamente 50 años en ese entonces yo tenía 18 años y le dije: “Quiero hablar contigo” porque quiero pedirte un consejo.
Le dije: he vendido limones en el mercado, he vendido tapa goteras, y vendido ropa, zapatos, y ahora vendo enciclopedias, pero mi mamá quiere que estudie algo que me ayude a tener un empleo seguro y no quiero estudiar. Yo no quiero ser empleado, solo quiero ser vendedor, ganar dinero, poner mi empresa y ser millonario. Silvino me miró a los ojos y me dio aquel consejo que estoy seguro fue el mejor en toda mi vida.
El consejo fue así: “El estudio no tiene nada que ver con el éxito financiero que alguien puede llegar a tener. El estudio es una forma de encontrar tu vocación y recuerdo que me repitió: “encontrar tu vocación” pueda que estudies algo y no sea tu vocación, pueda que vendas algo y después ya no vas a querer venderlo más.
En la vida la educación académica te dará valor como persona, te dará cultura, conocimiento, hasta cierto punto estatus, las personas te respetarán y te admirarán por ser licenciado, ingeniero, doctor, pero es solamente eso. Tú puedes ser un doctor (si esa es tu vocación) entonces, tendrás las mejores clínicas o el más grande importante hospital. Tú serás un abogado y podrás tener la oficina de servicios legales más importante. No importa lo que seas. El ser vendedor debe ser algo de tu personalidad. Mi consejo es tómate un par de años de descanso, no estudies, dedícate a vender, y talvez en dos o tres años ya sepas o tengas el deseo de estudiar algo para servir a la humanidad”
Le tomé el consejo a Silvino, me llevó siete años despertar el deseo de estudiar. Durante esos siete años fui vendedor de enciclopedias, tuve la oportunidad de ser gerente de ventas para una región, desarrollé una red de consumidores en una empresa y fue mi más grande escuela de negocios; tuve éxito financiero, me demostré que podía ser excelente vendedor, y puedo decir que cuando me enrolé a estudiar lo hice con un nivel de conciencia mucho más elevado que cuando tenía 18 años. Recuerdo que el grupo de la carrera me hacían caso, me seguían porque mi madurez era tan grande que muchos catedráticos le daban valor a mis sugerencias. Ya había leído más de 500 libros, ya había tomado tantas capacitaciones, ya había escuchado a grandes emprendedores, y ahora doy la razón, la vocación se encuentra en la madurez de las personas.
A los 18 años nadie sabe que quiere en la vida, y lo triste es que muchos de nuestros jóvenes siguen los mismos pasos y consejos de sus padres, maestros, y personas mayores que dan consejos en base a su experiencia, y no digo que sean malos los consejos pero sinceramente los tiempos van evolucionando, y las necesidades son otras. Tenemos que enfocar a nuestros jóvenes hacia hacer hoy lo necesario para prepararlos para el futuro; y tristemente en américa latina, muchas de las carreras inclusive de negocios están en el atraso, y da pena que nuestros jóvenes salen creyendo ideas que no serán útiles en la vida real.
Cuando cuento esta historia hay muchas percepciones; hay los que creen que perdí siete años de mi vida porque no estudié, hay quienes creen que para que estudiar si ya había tenido éxito financiero, hay quienes dicen que hubiera hecho las dos cosas simultáneamente, y otras más. Yo saco mi conclusión y es que mi mente no estaba preparada para entender la razón o el motivo de estudiar una carrera “según yo” que no me daría éxito financiero. Ahora entiendo claramente el consejo de Silvino: La educación académica no es para buscar éxito financiero. El éxito financiero es resultado de lo que haces con lo que sabes. Hay personas que pudieran ser millonarios pero son pobres, y no necesariamente infelices, y hay personas que han capitalizado sus conocimientos y no necesariamente son felices. Porque la felicidad no responde a quien tiene más o tiene menos. La felicidad responde a un conjunto de hábitos y creencias que nada tiene que ver lo que se tiene en materia.
Esta historia se la conté al joven que se me acercó y me dijo: Soy emprendedor, pero… ¿Qué quiero hacer con mi vida? Tuvimos una charla muy amena, y muy divertida y terminó diciéndome que consideraría estudiar de noche y buscar un producto para vender o empresa donde pudiera aprender el arte de vender porque su meta es crear su empresa. Mi recomendación fue, vende productos y también servicios porque pueda que descubras que te gusta más vender uno u lo otro.
El ser emprendedor no tiene todo que ver con el dinero; también tiene que ver con la clase de persona que deseo ser en la vida, en familia, en sociedad, y más aún; que clase de corazón deseo tener si tengo en abundancia.
Ahora, en mis conferencias, pláticas con jóvenes universitarios, inclusive empresarios siempre les doy la sugerencia que la primera competencia que deben desarrollar para ser buenos emprendedores es saber vender.
Si usted, es joven, adulto o ya no tan joven, o ya se pasó de adulto pero, ¿No sabe que quiere hacer con su vida? Le sugiero, adquiera la experiencia en ventas, aprenda a vender, cuando alguien se nombra emprendedor es importante que se pregunte y se conteste con sinceridad: ¿Sé vender, soy capaz de vender mi producto? No conozco un solo emprendimiento sin importar el nivel de lanzamiento si es a baja o alta escala financiera en la que los dueños no hayan tenido que salir al campo y dedicarse a ventas. Nadie va a vender mejor su producto que el propio emprendedor. Puedes tener quienes te administren las finanzas, te hagan nuevos productos, desarrollen procesos empresariales, pero el desarrollar vendedores solamente lo logra quien tiene la pasión por el producto o servicio.
Usted amigo lector, estará de acuerdo conmigo que lo primordial en esta vida es encontrar la fórmula personal para la felicidad. Lamentablemente, muchos se enfocan en el éxito financiero, lo cual no es malo, es importante el éxito financiero, pero también es importante el éxito personal, saber que estamos cumpliendo con metas y propósitos superiores en esta vida; así mismo el éxito familiar, aunque existen personas que no desean una familia, no quieren hijos, pero es una decisión personal que conlleva el razonamiento y entendimiento de lo que se quiere en la vida. Cuidar la salud, el cuerpo, de nada sirve ganar la fortuna si se pierde la salud. Tuve la experiencia hace unos años que estuve sometido a niveles extremos de estrés por trabajo, viajes, estadías largas fuera de casa, y terminé tirado en un sillón, experimentando el perder mi cuerpo y queriendo regresar el tiempo. Entendí la importancia que tiene el vivir con un balance entre lo que hago y lo que soy.
Por lo tanto, ahora que comprendemos que crear nuestra propia fórmula para vivir la felicidad es la clave de saber que quiero hacer con mi vida, porque cuando soy feliz hago las cosas con toda la voluntad, gusto, placer y pasión, pero cuando esta máxima no está clara en la vida, muchos hacen cosas buscando ser felices. Muy diferente es hacer las cosas porque soy feliz, a hacer las cosas para ser feliz.
Si tú eres padre, madre, tutor, maestro, catedrático, consejero, pastor de pido encarecidamente, no mates el sueño de un hijo, estudiante, amigo, induciéndole a que estudie algo específicamente solo porque tú crees que así es la vida. Todos aprendemos de nuestra propia experiencia. En todos será necesario recibir los reveses de la vida, las caídas, los golpes y a veces ya contusiones de fracaso, pero cuando el espíritu emprendedor está presente, créemelo, no importa que tan grande sea la caída, el emprendedor siempre se levantará. Es importante que todos seamos inducidos a crear nuestra propia fórmula para ser felices.
Ahora, deberíamos tener en nuestras aulas desde primaria hasta clases universitarias cátedras de emprendimiento, liderazgo, desarrollo humano, inteligencia emocional y financiera porque el conocimiento de estas materias simplificará la vida de millones de jóvenes que están entrando al mundo real ya sea laboral o empresarial.
Si tú crees que eres emprendedor y tienes claro que ¿Te fascinan las ventas, te gusta el trato con las personas, eres creativo, te las ingenias para lograr lo que quieres? Y mientras te las ingenias ¿eres feliz? Definitivamente eres emprendedor. Pero si eres joven y tus padres no creen en ti, habla con ellos y explícales lo que quieres ser en la vida.
Recuerda el consejo de Silvino; El arte de vender debe ser parte de nuestra personalidad, y si te gusta la medicina, pues estudia para convertirte en un gran doctor y sueña, imagina, lucha para tener el mejor hospital, si te gusta la educación, hazte maestro, pedagogo, conviértete en un licenciado en educación, y pon tu colegio, no importa, si eres emprendedor y tienes clara tu vocación estudia, prepárate, y capitaliza tu vocación. No hay nada de malo en capitalizar tu vocación. Todo lo contrario, cuando adquieres riqueza añadiendo valor a las personas esa riqueza se te multiplica porque te brinda satisfacción emocional.
Si tú ya no eres tan joven, y estudiaste y haz dado tu conocimiento a una empresa, institución y seguramente te sientes satisfecho, pero tienes la espina de emprender pues haz lo que dijo Mark Twain: “Si te llena de duda que podría pasar si intentas buscar el tesoro de tu vida, no te quedes con la duda, toma tu barco, enciende tu velero y navega hacia el horizonte que seguramente el universo abrirá camino para que encuentres el tesoro de tu vida y a puerto seguro haz de anclarte”
El fin y la dicha de vivir no están en obtener, no está en los logros, más bien el fin y la dicha de la vida está en experimentar, en equivocarnos, en aprender, en salir de dudas. La felicidad en la vida se encuentra en lo que hago en el día, sin importar cuanto dolor o alegría experimento, es lo que elegí, es lo que quise y quiero hacer. Las riquezas materiales son importantes, seamos claros, la libertad financiera no es opción; la libertad financiera debe ser una obligación en cada persona para que pueda financiar sus experiencias sin importar que tan caras o baratas estas sean. La riqueza de la experiencia, no se compara con nada.
Así que si eres emprendedor y no sabes ¿Qué hacer con tu vida? Creo que lo primordial es tener claro que en esta vida lo importante es buscar y trazar el camino a la felicidad, y muchas veces nos toca demostrarle a la vida que somos personas capaces, con tenacidad, con valor, para enfrentar las dificultades sin importar el tamaño de estas, a esta vida nos toca demostrarle que somos fuertes y podemos disfrutarla con una sonrisa, y te puedo asegurar que cuando das valor a los demás; la vida aparte de la felicidad, te añade la satisfacción.
Algunos nacen con la locura de ser millonarios, otros nacen con la locura de ser pobres, lo curioso es que ambos en su locura quieren ser felices. El fin de la vida es ser feliz.
Entonces; ¿Qué quieres hacer con tu vida? Sé feliz.