El nacimiento de los sueños
Todos en la vida cuando niños hemos sido soñadores; algunos soñábamos con ser bomberos, policías, doctores, famosos, inclusive hasta nos mirábamos en la televisión siendo actores, o jugábamos a que éramos doctores realizando una cirugía en un quirófano con nuestros amigos, era tan bonita esa época de nuestra infancia. Pero ¿Qué sucede cuando dicen las estadísticas que el 97% de las personas no logran hacer realidad sus sueños en la vida?
Muchas veces la vida es tan confusa porque cuando se desean tantas cosas tanto emocionales, físicas, económicas o profesionales y llega un momento en el que nos motivamos e inspiramos y le ponemos el compromiso, el enfoque, la determinación, y empezamos proyectos ya sea que iniciamos en la universidad, empezamos un negocio, nos casamos, un nuevo empleo, etc.
Regularmente empezamos con alto nivel de motivación, realizados, con deseos de alcanzar el éxito; cuando en un instante todo se derrumba, las cosas se ponen cuesta arriba, las dificultades aparecen, y muchas más de las que consideramos en algún momento. Nada sale como había sido planeado, y es allí donde la mayoría de las personas prefieren abandonar el proceso de la búsqueda de esos sueños, esas metas; porque la naturaleza humana no ha sido diseñada para soportar situaciones que le ponen en vergüenza, en miedo, en temor. A nadie le gusta exponerse al escrutinio social, a la crítica, a la vergüenza y sobre todo cuando esta se lleva a cabo de manera injusta para quien considera que no merece que se hable mal de las acciones que ha realizado cuando estas acciones mismas no eran malintencionadas.
Todo ser humano con un nivel de raciocinio y conciencia desea prosperar en todas las áreas de la vida. Para eso hemos sido programados. Para prosperar. Por ese motivo estudiamos, trabajamos duro, nos esforzamos, damos más de lo que se nos pide, caminamos la milla extra, pero cuando descubrimos que esforzarnos, dar más de lo que se nos pide, caminar la milla extra no funciona porque las personas menos esforzadas obtienen mejor paga en salario, reciben aumentos, se les da ascensos dentro de la empresa, crean un negocio y les va muy bien; es entonces cuando creemos que ser buena persona no funciona del todo.
Caminamos en la vida con la fe que todas las cosas van a estar bien, porque hemos aprendido una serie de creencias que si actuamos bien, nos irá bien, que Dios cuidará de nosotros, que si creemos que merecemos obtendremos toda clase de bendición física, material y espiritual, pero llega un momento en el que cuestionamos que tanta verdad hay en esos dichos porque trabajamos duro, nos mantenemos en oración, damos más muchas veces de lo que podemos, y lo hacemos porque creemos que ese es el camino hacia la bendición pero llega un momento en la vida donde la pobreza, la enfermedad, el desempleo y las injusticias hacen acto de presencia; el dinero nunca es suficiente, vivimos en constantes malabares con los pagos, créditos, deudas, y todo parece ponerse de gris a oscuro día a día. Los años pasan y sentimos que no avanzamos, de repente nos damos cuenta que estamos envejeciendo, los hijos han crecido, ya no tenemos la misma energía, empezamos a ser más razonadores, a vivir con los pies sobre la tierra, a ser más conservadores, analizamos más la vida y las acciones en la misma, obtenemos más experiencia y somos muchísimo más cautelosos en todo lo que queremos emprender.
De repente nos vemos con 60 años de edad, enfermos, con poco por hacer en la vida, emocionalmente cansados, desesperados, ansiosos por morir. Un buen día nos preguntamos: ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Por qué no pude lograr hacer mis sueños realidad? ¿Qué fue lo que no hice? ¿Qué dejé de hacer? ¿Qué debí haber hecho? Fui honesto, íntegro, trabajador, transparente, franco, padre amoroso, cónyuge lleno de amor, viví mi vida con valores de alto estándar, pero vienen a mi memoria aquellos sueños de mi infancia y juventud donde creía que me comería al mundo, pero me di cuenta que el mundo fue el que me comió con toda deliberación que no tuve tiempo para triunfar en nada de lo que un día mi mente imaginó.
Cuando llegan días los en los que me siento frustrado, cansado, avergonzado, triste, en soledad, porque nada de lo que soñé pude hacer realidad, solamente me dediqué a vivir mi vida a medias, trabajar duro, esforzarme, dar lo mejor de mí, pero nunca obtuve ese reconocimiento que tanto deseaba. Un día mis hijos me piden que les brinde un consejo para ser exitosos, y lo único que puedo responder es hay que vivir la vida, esforzarse, trabajar duro, dar la milla extra, y tener claro que la vida no es fácil, la vida es dura, la vida es injusta, nunca obtienes lo que deseas, los sueños son cosas de niños, y que la realidad en la vida es otra. Tenemos que acostumbrarnos a que en la vida se sufre y mucho.
Llegó un gran día cuando me avisaron que mis días estaban llegando al final. El grande de los grandes días por fin abandono mi cuerpo, físicamente estoy muerto.
¿Qué pasaría, si hasta ese día descubres que no cumpliste con tu misión de vida?
¿Qué pasa si hasta ese día descubres que debiste dedicar tu vida a ser lo que tanto soñabas de niño?
Por supuesto que le estoy contando una serie de episodios que posiblemente estimado lector se haya identificado con alguno o posiblemente con todos estos episodios, pero ahora quiero que analicemos algunos puntos ¿Porque la mayoría de personas no logran vivir sus sueños? y viven vidas vacías sin sentido, sin propósitos superiores, sin alegría, y han aprendido a creer que así son las cosas y que solamente queda acostumbrarse a ello de manera natural y mejor no poner resistencia porque en caso de hacerlo es peor. Es como si la vida misma se encarga de aplastar los sueños, enseñar a golpes emocionales, a traiciones, a caídas, a pérdidas, a fracasos que los sueños es asunto de niños y no de adultos, ni de gente cuerda.
Lamentablemente en nuestro sistema educativo mundial, jamás nos dieron o dan cátedras acerca de cómo encontrar o descubrir la misión de nuestra vida. Hemos aprendido a hacer planes de vida utilizando herramientas o instrumentos que sirven para realizar planeaciones estratégicas empresariales, y algo que es muy triste descubrir profesionales, abogados, doctores, ingenieros que viven vidas vacías sin sentido, sin propósito y que ya se acostumbraron a creer que así son las cosas y terminan robotizados en el diario de la vida.
Nunca es tarde para empezar a buscar ¿Cuál es la misión de mi vida? ¿Para qué estoy en esta tierra? ¿Qué es lo que debo hacer? Para impactar mi vida y sentirme que vivo una vida con sentido.
La pregunta ahora es ¿Cómo puedo hacer para encontrar la misión de mi vida?
Es importante comprender que somos seres humanos diseñados para ser programados para vivir con una serie de valores, ideas, creencias y hasta hábitos. Y conforme hemos sido programados nadie nos preguntó ¿Cuál crees que es tu misión en esta vida? La mente es una herramienta que solamente recibe información, y la procesa tal cual la recibe. La mente no cuestiona. La mente no genera diferencia. La mente simplemente asume. Todo lo que hacemos, hablamos es asunto de aprendizaje. Lo hemos aprendido y por eso lo hemos creído. Vivir los sueños o hacerlos realidad en esta vida realmente será asunto de qué clase de información tenemos en la mente, porque de acuerdo a esa información es como actuamos y reaccionamos en los distintos acontecimientos que la vida nos permite vivir.
Importante es re – plantearnos los pensamientos que tenemos de la vida. ¿Nos están ayudando los pensamientos a lograr lo que soñamos hacer con nuestra vida?
Hay algo en lo que el sistema social ha influido de manera directa y es que nos ponen etiquetas por la edad, por el color, género, inclusive hasta por la estatura, y por la educación académica que alguien tiene y eso se convierte en una limitación para muchas personas, que creen en esas etiquetas y deciden de manera personal no ser aceptados en el medio social y generan culpas que les lleva a generar pensamientos recurrentes de lo que no merecen en la vida.
Sin importar las condiciones y la adversidad en estas es importante cuestionarnos acerca de nuestros sueños y tener el coraje para seguir hacia adelante buscando la realización de nuestra vida.